miércoles, 8 de agosto de 2007

De Bécquer III

Hace un rato no revisaba en mi viejo libro sin tapas ya, con hojas amarillentas que al abrir salen desparramadas. Como siempre, en ellas encuentro algo especial que me fascina por su contenido y emoción.

De mi poeta favorito, mi eterno amor de letras del tiempo pasado dedicado a esos ojos que llevaron a su dolor y a sus mejores versos... Sean ojos grandes, chicos, avellanados, rasgados, verdes o azules, cafés claros u oscuros, los ojos son ese reflejo inequívoco de lo que llevamos dentro. A través de los ojos podemos ver más allá y saber con el alma si lo que vemos es puro, transparente y sincero.

Rima XIV

Te vi un punto y flotando ante mis ojos
la imagen de tus ojos se quedó,
como la mancha oscura orlada en fuego
que flota y ciega si se mira al sol.

Y dondequiera que la vista clavo
torno a ver tus pupilas llamear;
y no te encuentro a ti, no es tu mirada,
unos ojos, los tuyos, nada más.

De mi alcoba en el ángulo los miro
desasidos fantásticos lucir:
cuando duermo los siento que se ciernen
de par en par abiertos sobre mí.

Yo sé que hay fuegos fatuos que en la noche
llevan al caminante a perecer:
yo me siento arrastrado por tus ojos,
pero adonde me arrastran no lo sé..


Fuente: Rimas y Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer. http://www.xtec.es/~jcosta/