miércoles, 4 de enero de 2017

Ciudadana del mundo

Muy pequeña emigré a una tierra de sol y alegría que hoy se desangra en el dolor de la corta memoria histórica de sus habitantes, y que ha dejado de ser por mucho un lugar de oportunidades para convertirse en lágrimas e injusticia. Aquí aprendí a bailar ritmos caribeños, al calor humano de su gente, y a patear su suelo y conocer cada rincón mágico que ofrece.