sábado, 29 de diciembre de 2007

Esperanza

Existen millones de estrellas en el cielo; estrellas de todos los colores: blancas, plateadas, verdes, doradas, rojas y azules.
Un día, inquietas, ellas se acercaron a Dios y le dijeron Señor Dios, nos gustaría vivir en la Tierra entre los hombres.
Así será hecho respondió Dios. Las conservaré a todas ustedes pequeñitas, como son vistas, para que puedan bajar para la Tierra.

Cuentan que aquella noche hubo una linda lluvia de estrellas. Algunas se acurrucaron en las torres de las Iglesias, otras fueron a jugar y a correr junto con las luciérnagas por los campos, otras se mezclaron con los juguetes de los niños y la Tierra quedó maravillosamente iluminada.
Con el pasar del tiempo, las estrellas resolvieron abandonar a los hombres y volver para el cielo, dejando la Tierra oscura y triste.
¿Por qué volvieron? preguntó Dios, a medida que ellas iban llegando al cielo.
Señor, no fue posible permanecer en la Tierra. Allá existe mucha miseria y violencia, mucha maldad, mucha injusticia.
Y el Señor les dijo ¡Claro! El lugar de ustedes es aquí en el cielo. La Tierra es el lugar de lo transitorio, de aquello que pasa, de aquel que cae, de aquel que yerra, de aquel que muere, donde nada es perfecto. El cielo es el lugar de la perfección, de lo inmutable, de lo eterno, donde nada perece.
Después que llegaron todas las estrellas y verificando su número, Dios habló de nuevo Nos esta faltando una estrella ¿Será que se perdió en el camino?
Un Ángel que estaba cerca replicó no Señor, una estrella resolvió quedarse entre los hombres. Ella descubrió que su lugar es exactamente donde existe la imperfección, donde hay limite, donde las cosas no van bien, donde hay lucha y dolor.
¿Qué estrella es esa? preguntó Dios.
Es la ESPERANZA Señor, la estrella verde, la única estrella de ese color.
Y cuando miraron para la Tierra, la estrella no estaba sola. La Tierra estaba nuevamente iluminada porque había una estrella verde en el corazón de cada persona.

Porque el único sentimiento que el hombre tiene y Dios no necesita tener es ESPERANZA.