miércoles, 27 de junio de 2007

Anime RETRO - Candy Candy

Recientemente me ha entrado una onda retro cargada de melancolía por personajes de fantasía que conocí en mi infancia, algunos de los cuales recuerdo vagamente o cuyas tramas mi mente había confundido u olvidado. Entre ellas se encuentra el animé Candy Candy, catalogado por muchos como una historia muy triste y cruel de una niña huérfana que pasa por eventos desafortunados y nunca logra ser feliz.
Dado que vi la serie televisada a los ocho años de edad, guardaba en mi mente una idea similar a la opinión general por lo que decidí bajarla de la red y verla nuevamente para aclarar mis dudas y viajar en el tiempo. Así, después de un mes de ver capítulos en mis ratos libres, me sentí impulsada a ir más allá del simple recuerdo, para llegar a un análisis que me ha llevado a calificarla como una historia en extremo realista y fidedigna a los hechos históricos y sociales del momento. Confieso que una noche me acosté llorando a moco tendido y además concluí el primer amor de muchas niñas de Latinoamérica, España, Italia y Francia fue aquel chico rebelde y grosero, hijo de un duque, llamado Terruce “Terry” Grandchester. No pretendo hacer un resumen de la serie, sino dar una opinión más allá de los eventos en ella, justificando de alguna manera un final que para muchos resultó ser injusto, cruel y extremadamente triste. Además, para mi sorpresa, existen en la red miles de páginas relacionadas con esta serie, resúmenes, videos, fan clubes, listas de capítulos, música y demás que denotan el gran éxito de una historia con un final “infeliz.”
Mucha gente olvida el contexto histórico de este animé enmarcado en los ambientes rurales y de la alta sociedad de los Estados Unidos y la Gran Bretaña a principios del siglo XX, más específicamente entre los años 1898 y 1915, así como que fue desarrollada a partir de una novela para jovencitas (no niñas) publicada en Japón en el año 1975, llegando a la pantalla en 1976. A diferencia de muchos que pudieran ver a Candy como una niña sufrida y algo tonta, yo he podido analizarla como la típica niña campesina de buenos sentimientos, ingenua, pacífica, confiada, sincera y espontánea, con un alto grado de aprecio por la naturaleza, justicia y la verdad, que no guardaba rencores y mantuvo su alegría y aprecio por la vida en cualquier circunstancia que le tocó vivir.
Candy Candy refleja de manera muy clara la vida de muchos de los orfelinatos promedio en los estados montañosos de los Estados Unidos de la época y la vocación de trabajo de muchas de las personas que se encargaban de ellos. La señorita Pony y la hermana María son la imagen de las damas dedicadas y cariñosas a cargo de niños abandonados, que siendo criados en un ambiente simple y austero, eran formados con amor, dedicación y firmeza en los valores más importantes que debe tener todo ser humano: lealtad, respeto, responsabilidad, amor, unión y solidaridad.
La amistad entre Candy y Annie, y luego entre diversos personajes que se van sumando a la historia, como Tom, Albert, Stear, Archie, Patty y otros de menor interés, expresan claramente el valor de este lazo afectivo en cuanto a la unión, la lealtad, la constancia y los sacrificios que se pueden llegar a hacer en pro de un amigo. El amor no se queda atrás, representando una realidad que traspasa la barrera del tiempo para recordar que muchas personas viven el amor de diversas maneras y varias veces en la vida, y que bien sean positivas o negativas, tristes o felices, les ayudan a madurar como personas y fortalecer el carácter.
“El principe de la colina”, que resultó ser Albert, mostró claramente la estampa del millonario filántropo, amigo incondicional, romántico e inmaduro que escapa de una posición social con la que no se identifica, fue aquel amor platónico, infantil y fantasioso que Candy tuvo siendo una pequeña de diez años. Ella guardó el recuerdo un chico que conoció y vio una sola vez en la vida y que permaneció por siempre para volver años más tarde cargado de realidad y madurez; ¿quién no ha tenido un amor así y no lo recuerda?
“Anthony”, además de caracterizar el típico jovencito de alta sociedad de la época, criado entre ambientes refinados y suntuosos y con pasatiempos calificados como “delicados” para un hombre, fue el primer amor tangible y verdadero de Candy. Lleno de inocencia, compañerismo y ternura derivó en una tragedia digna de lagrimones e impotencia con su muerte en un accidente ecuestre causado por esa tan criticada costumbre humana de la cacería deportiva; ¿no habremos oído alguna vez de parejas que sufren estas mismas situaciones de muerte y tragedia?
“Terry”, hijo de un duque escocés que existió en la realidad en la Casa de los Lords ingleses, cargado de resentimiento hacia la nobleza y las consecuencias de pertenecer a ella, con un temperamento grosero, altivo e inmaduro que escondía a un chico cargado de ternura, decisión y miedos, fue el gran y verdadero amor de Candy. Esta fue una relación real cargada de las dudas típicas de un par de adolescentes que no entienden o aceptan sus sentimientos, pero que juntos maduran y comenten errores que los llevan directamente a la adultez. Sin embargo, por las circunstancias de la vida y la época se ven separados en una suerte de desencuentros y esperanzas para reencontrarse dispuestos a concretar una vida en común que finalmente es truncada por el destino; ¿quién no ha vivido o conoce a alguien que haya vivido este tipo de relación?
Por supuesto, los malos e injustos no faltan en esta historia, desde la niña caprichosa que hace las peores maldades imaginables, hasta la abuela cruel que culpa a los inocentes por circunstancias que no puede aceptar. Todos ellos hacen de la vida de Candy tormentosa en muchos aspectos, algunos rectifican otros no, pero esta pequeña siempre demuestra una calidad humana muy superior sobre ellos al olvidar los agravios. Muchos de ellos, además, logran darse cuenta de sus errores y enmendarlos, demostrando que, a pesar de haber maldad en el mundo, unos cuantos corrigen y hacen justicia.
Candy Candy también refleja la realidad de la vida de internado de monjas en una época en la cual la intolerancia primaba en este tipo de instituciones, escudándose en la formación de damas y caballeros de sociedad, muchos de los cuales no llegaría a tal condición por estar estudiando en ese lugar por la pobreza de su espíritu. Así, se demuestra la frivolidad, intolerancia y desprecio de quienes se hacen llamar de la alta sociedad y que en realidad no llevan el oro en la sangre.
Finalmente, se presenta la cara de la primera guerra mundial, sus inicios y las consecuencias para muchas personas, familias y países que se vieron afectadas por ella, la convicción de algunos de los voluntarios que participaron para pelear o ayudar y la tristeza de quienes perdieron a sus seres queridos en un conflicto que no estaba del todo claro.
Como ya he dicho, esta historia es para mi realista, reflejo de situaciones que acontecieron en algún momento de la historia y que suceden a diario en la vida de las personas. Particularmente pienso que este animé pudo haber tenido el final que cada cual le quisiera dar, el mío es que más tarde o más temprano Terry y Candy volvieron a estar juntos porque él no era el tipo de persona que se quedara encerrado por mucho tiempo en una situación que le desagradara. Aunque su carácter flemático hiciera pensar lo contrario, su respeto por Candy y su sentimiento de culpa lo hicieran apegarse al compromiso, seguramente alguna vez tendría la determinación de buscar a Candy para no dejarla ir nunca más imponiendo esa personalidad fuerte y temperamental que siempre lo caracterizó.

Aquí les dejo la canción que tocaba Terry con la armónica que le ragaló Candy para que la tocara cuando sintiera deseos de fumar.