Vuelvo nuevamente a mi poeta admirado. En estos días he recordado particularmente el estilo de Bécquer y su genialidad, su nuevo estilo que no fue aceptado plenamente en la sociedad literaria de la época y su amargura por no ser tomado en cuenta como hombre y artista. Mientras otros conseguían los laureles del reconocimiento poético del momento, Bécquer estaba luchando contra una enfermedad que le consumía y por encontrar una rendijilla para llegar a la gloria antes de su partida.
En esta rima refleja claramente su sentimiento de desprecio por quienes lejos de hacer una literatura apasionada y sentimental, recurrían al dinero como medio de alcanzar un puesto que no les correspondía.
En esta rima refleja claramente su sentimiento de desprecio por quienes lejos de hacer una literatura apasionada y sentimental, recurrían al dinero como medio de alcanzar un puesto que no les correspondía.
Rima XXVI
Voy contra mi interés al confesarlo;
no obstante, amada mía,
pienso, cual tú, que una oda sólo es buena
de un billete del Banco al dorso escrita.
No faltará algún necio que al oírlo
se haga cruces y diga:
—Mujer al fin del siglo diecinueve,
material y prosaica... ¡Boberías!
Voces que hacen correr cuatro poetas
que en invierno se embozan con la lira;
¡Ladridos de los perros a la luna!
Tú sabes y yo sé que en esta vida
con genio es muy contado el que la escribe,
y con oro cualquiera hace poesía.
Voy contra mi interés al confesarlo;
no obstante, amada mía,
pienso, cual tú, que una oda sólo es buena
de un billete del Banco al dorso escrita.
No faltará algún necio que al oírlo
se haga cruces y diga:
—Mujer al fin del siglo diecinueve,
material y prosaica... ¡Boberías!
Voces que hacen correr cuatro poetas
que en invierno se embozan con la lira;
¡Ladridos de los perros a la luna!
Tú sabes y yo sé que en esta vida
con genio es muy contado el que la escribe,
y con oro cualquiera hace poesía.
Fuente: Rimas y Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer. http://www.xtec.es/~jcosta/