Gustavo Adolfo Bécquer, poeta romántico de la edad de oro de la literatura española, vivió una vida de enfermedad y tristeza en una sociedad difícil y vana. Pasó la mayor parte de sus cortos 34 años buscando la gloria, que como muchos, sólo alcanzó después de muerto. Sus rimas fueron lo primero que tuve la oportunidad de leer en mi vida, marcándome con su estilo romántico de sufrimiento, amor no correspondido y leyendas toledanas. Soy una becqueriana, admiradora y seguidora de este escritor magnífico, profundo y triste. Esta es una de las pocas que encierra esperanza y alegría; una de mis favoritas.
Rima XXIX
Sobre la falda tenía
el libro abierto,
en mi mejilla tocaban
sus rizos negros:
no veíamos las letras
ninguno, creo,
y, sin embargo, guardábamos
hondo silencio.
¿Cuánto duró? Ni aun entonces
pude saberlo.
Sólo se que no se oía
más que el aliento,
que apresurado escapaba
del labio seco.
Sólo sé que nos volvimos
los dos a un tiempo
y nuestros ojos se hallaron
y sonó un beso.
---
Creación de Dante era el libro,
era su Infierno.
Cuando a él bajamos los ojos
yo dije trémulo:
¿Comprendes ya que un poema
cabe en un verso?
Y ella respondió encendida:
¡Ya lo comprendo!
Sobre la falda tenía
el libro abierto,
en mi mejilla tocaban
sus rizos negros:
no veíamos las letras
ninguno, creo,
y, sin embargo, guardábamos
hondo silencio.
¿Cuánto duró? Ni aun entonces
pude saberlo.
Sólo se que no se oía
más que el aliento,
que apresurado escapaba
del labio seco.
Sólo sé que nos volvimos
los dos a un tiempo
y nuestros ojos se hallaron
y sonó un beso.
---
Creación de Dante era el libro,
era su Infierno.
Cuando a él bajamos los ojos
yo dije trémulo:
¿Comprendes ya que un poema
cabe en un verso?
Y ella respondió encendida:
¡Ya lo comprendo!
Fuente: Rimas y Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer. http://www.xtec.es/~jcosta/