Algún día de diciembre de 2005
Con especial cariño a mi pequeña Paulina…
Hoy te sentiste enfermo y tu cara se puso triste, como cuando me duele la barriga y no puedo jugar. Ya no te ríes como antes, estás enojado porque te quedaste en la cama y mi mami se puso triste también.
Dijeron en la casa que te llevan al médico por el dolor de barriga, pero no viniste en muchos días. Entonces vi que te hicieron una herida para que te curaras y me gustó que te quedaras todo el día conmigo y la abuelita porque podemos jugar y reírnos juntos.
Pasaron los días y ya tengo los años que cuento con una mano entera, con todos los dedos, cinco dedos. Ya voy a la escuela como mis dos hermanas y te espero en la tarde para que me leas un cuento y me hagas cosquillas. Pero tu barriga se puso mala otra vez y te fuiste por mucho tiempo. Todos te visitamos los días que no hay escuela en la casa de la tía porque está más cerca del doctor, pero estás muy triste y no puedes jugar. Mi mami tampoco viene mucho, sólo llama por teléfono todas las noches antes de la hora de dormir.
Hoy la abuelita llora mucho, la llaman cuando está dormida y todos se despiertan haciendo ruido y llorando. Dicen que te fuiste al cielo porque los angelitos te necesitaban allá, más que yo. No voy a la escuela porque mi abuelito me lleva a una casa grande donde la gente llora mucho, mis hermanas también están muy tristes, como yo. Ahí están todos mis tíos y mis tías, y mis primas, alrededor de una caja grande, brillante, de color marrón. Huele muy rico porque hay muchas flores, pero nadie está contento y mi mami se cae mucho. Salimos todos juntos en los carros, van muy despacio, siguiendo un carro que lleva la caja brillante. Llegamos a un jardín muy bonito, con mucha grama, donde dicen que te vas a quedar, te vas a quedar ahí solito. Hay un hueco donde pusieron la caja y yo te vi. ¿Por qué estás durmiendo en esa caja papito? Me puse a llorar porque no quiero que estés ahí. No quiero que los angelitos te lleven al cielo, quiero que vengas a la casa conmigo, no quiero que todos lloren. Mis primas me dicen que estás contento y que ya no te duele la barriga, pero yo no entiendo. Volvemos a la casa con los abuelitos y tú no estás, ya no vas a venir más, y yo estoy triste...
© Maureen Andrea Addison-Smith Salvo publicado en: ©Predicado.com
Con especial cariño a mi pequeña Paulina…
Hoy te sentiste enfermo y tu cara se puso triste, como cuando me duele la barriga y no puedo jugar. Ya no te ríes como antes, estás enojado porque te quedaste en la cama y mi mami se puso triste también.
Dijeron en la casa que te llevan al médico por el dolor de barriga, pero no viniste en muchos días. Entonces vi que te hicieron una herida para que te curaras y me gustó que te quedaras todo el día conmigo y la abuelita porque podemos jugar y reírnos juntos.
Pasaron los días y ya tengo los años que cuento con una mano entera, con todos los dedos, cinco dedos. Ya voy a la escuela como mis dos hermanas y te espero en la tarde para que me leas un cuento y me hagas cosquillas. Pero tu barriga se puso mala otra vez y te fuiste por mucho tiempo. Todos te visitamos los días que no hay escuela en la casa de la tía porque está más cerca del doctor, pero estás muy triste y no puedes jugar. Mi mami tampoco viene mucho, sólo llama por teléfono todas las noches antes de la hora de dormir.
Hoy la abuelita llora mucho, la llaman cuando está dormida y todos se despiertan haciendo ruido y llorando. Dicen que te fuiste al cielo porque los angelitos te necesitaban allá, más que yo. No voy a la escuela porque mi abuelito me lleva a una casa grande donde la gente llora mucho, mis hermanas también están muy tristes, como yo. Ahí están todos mis tíos y mis tías, y mis primas, alrededor de una caja grande, brillante, de color marrón. Huele muy rico porque hay muchas flores, pero nadie está contento y mi mami se cae mucho. Salimos todos juntos en los carros, van muy despacio, siguiendo un carro que lleva la caja brillante. Llegamos a un jardín muy bonito, con mucha grama, donde dicen que te vas a quedar, te vas a quedar ahí solito. Hay un hueco donde pusieron la caja y yo te vi. ¿Por qué estás durmiendo en esa caja papito? Me puse a llorar porque no quiero que estés ahí. No quiero que los angelitos te lleven al cielo, quiero que vengas a la casa conmigo, no quiero que todos lloren. Mis primas me dicen que estás contento y que ya no te duele la barriga, pero yo no entiendo. Volvemos a la casa con los abuelitos y tú no estás, ya no vas a venir más, y yo estoy triste...
© Maureen Andrea Addison-Smith Salvo publicado en: ©Predicado.com