martes, 25 de noviembre de 2008

Oráculos

A petición de algunos de mis lectores y como ya había anunciado unas semanas atrás, he decidido lanzar dos nuevos cócteles para añadir diversidad y compartir un poco más mi mundo. Uno de ellos compendia los oráculos que utilizo, a saber, Tarot, Runas y Osho Zen, en una especie de analogía y confluencia de enseñanzas de los tres y sus mensajes a la hora de trabajar espiritualmente.

He decidido comenzar con el análisis que presento a continuación, pues ha sido un mensaje reiterativo, el cual aún no he dado, pero que me ha llegado desde hace varias semanas, en diferentes momentos, señalando un tiempo de ver y aceptar que viejos patrones y modelos deben llegar a su fin para romper las estructuras que nos atan a los aspectos oscuros de nosotros mismos y avanzar hacía un nuevo ciclo de luz y calor.

Ken
Sexta runa del Futhark tradicional, relacionada con el Sol y Marte y el elemento fuego. También conocida contemporáneamente como Kan o Kano, se le atribuyen los nuevos ciclos, las renovaciones y las aperturas. El símbolo de Ken semeja el rayo de luz proveniente de una antorcha que, con sus rayos, surca la oscuridad, iluminando todo e impulsando a la acción. Es el signo matemático de aumento (<), imagen al derecho, o disminución (>), imagen al revés. Ken tiene un gran simbolismo que se puede interpretar como apertura y luz que viene a romper con viejos modelos o patrones, relaciones y situaciones, disipando aspectos oscuros de la vida. También guarda un mensaje de renovaciones por las cuales pueden desaparecer obsesiones y dudas.
Ken augura una renovación de todos los modelos, estructuras, relaciones, emociones y flujos de energía de la vida, y apertura hacia patrones, personas y situaciones nuevos y brillantes como la luz del fuego. Se relaciona con el conocimiento, las revelaciones y la guía luminosa de la inteligencia, al simbolizar la claridad de una antorcha que guía a los navegantes, o la hoguera sagrada que guía a las tribus, resplandor que se corresponde con la luz espiritual que disipa la ignorancia. Es probable que nos encontremos ante un proceso de renacimiento y receptividad de nuevas influencias de todo tipo en la vida, lo cual hace desaparecer los sentimientos oscuros, obsesiones, dudas, remordimientos o culpa. Existen nuevas posibilidades en todos los aspectos del entorno, desencadenando un nuevo entendimiento y conciencia respecto a lo que nos rodea y crea una visión renovada de todo. En esa nueva conciencia y visión está implícito un reconocimiento de que, mientras nos limitamos y somos dependientes de todo lo viejo, nos negamos a reconocer que somos el centro de nuestras propias vidas y le cerramos las posibilidades a lo nuevo. El poder de toda esta renovación y apertura se manifiesta para recordarnos emprender la acción con y hacia la claridad, aceptando que ha llegado la hora de iniciar actividades pues como la mañana, Ken recuerda que la luz y la capacidad de concentración interiores son esenciales al principio de toda tarea. Esta es una fase que se debería aprovechar al máximo, planificando bien los objetivos, proyectando equilibradamente las aspiraciones y dando paso a todos aquellos aspectos nuevos que se presenten en el camino. Donde hay luz no puede haber oscuridad y cuanta más luz se tenga, mejor se podrá ver lo trivial y lo que se debe descartar en su propio condicionamiento y vida en general. La decisión de cambiar las cosas ahora es propia y fuerte, llena de luz y energía, y lograr la estabilidad, a través del cambio y la renovación, depende de una actitud inteligente y una acción oportuna, recordando que del otro lado de la oscuridad siempre habrá luz.

Intensidad
Vigésimo quinta carta de Osho Zen, el Caballero de Fuego, del grupo superior de la acción. Esta carta transmite el mensaje del Zen que nos pide que pensemos en todas las grandes palabras y las grandes enseñanzas como en enemigos mortales, evitándolas, porque tenemos que encontrar nuestra propia fuente sin ser seguidores o imitadores. Nuestra misión es ser originales, encontrado nuestra esencia más profunda por nosotros mismos, sin guía, sin estructuras externas, sin maestros, a través de una noche oscura, pero con el fuego interno de la investigación pues estamos destinados a llegar al amanecer. Todos los que se han encendido con la investigación intensa han encontrado el amanecer. Otros solamente creen y aquellos que creen no son proactivos pues al creer están evitando simplemente la gran aventura de la iluminación interior.
El caballero de fuego en esta imagen ha tomado la forma de una flecha, moviéndose con el enfoque preciso saber exactamente hacia dónde se dirige, desplazándose con tal rapidez que se ha vuelto casi energía pura. Sin embargo, su intensidad no debería confundirse con la energía maniática que mueve a la gente a conducir sus coches a toda velocidad para llegar de un punto a otro, pues este tipo de intensidad pertenece al mundo horizontal del tiempo y espacio. La intensidad que se representa aquí pertenece al mundo vertical del momento presente, como un reconocimiento de que el ahora es el único momento que hay, y que aquí es el único espacio real. Así, cuando logramos actuar con la intensidad del caballero de fuego, es como si creáramos ondas de agua alrededor, haciendo que algunos se sientan refrescados y más ligeros en nuestra presencia y otros puedan sentirse amenazados o preocupados, pero la opinión de otros importa poco, pues nada puede contener la energía de la luz interior en este momento.

El Sol
Decimonovena carta del arcano mayor del Tarot, de la columna espiritual de la transformación del ser, se relaciona con el Sol y el elemento fuego. Se le atribuyen la buena salud, el progreso y la superación de obtáculos. La imagen de sol muestra a un niño montado sobre un caballo blanco, coronado de rosas y haciendo ondear una bandera de color rojo intenso, rodeado de girasoles hermosos y bajo un brillante sol, dejando tras de sí un muro de piedra. Este niño representa la inocencia del ser en armonía con su fuerza interior, el caballo, llevando consigo el estandarte rojo de la acción certera en unidad con su sentir, las rosas. Rodeado por las energías masculinas de los girasoles y el sol, ha logrado finalmente traspasar las estructuras dominantes del ego que había creado un muro infranqueable torno a sí, y se prepara para seguir su camino en alegría y con la seguridad de que la luz y la emoción serán sus compañeros seguros para transitar el camino de la vida.
El sol representa la seguridad total en nosotros mismos, dejando de lado la naturaleza egocéntrica y los deseos terrenos, confiando profundamente en el poder de nuestra propia luz interior, generando una energía ilimitada y destacando con el brillo, la visión y el entendimiento de lo que sucede dentro de nosotros y en nuestro entorno.