miércoles, 5 de noviembre de 2008

Hombre II

Continuando esta reflexión acerca de la definición de aquello que consideraba indefinible un tiempo atrás, he encontrado el modelo perfecto que refleja la existencia definitiva de alguien que yo creía inexistente en este mundo, un hombre especial...


Me gusta tu rostro tranquilo y expresivo que siempre dibuja una leve sonrisa en tus labios.
Me gustan tus ojos grandes y brillantes que reflejan la luz eterna de tu alma.
Me gusta tu boca llena y suave cargada de besos dulces y vibrantes.
Me gustan tus manos frías y húmedas, a veces, cálidas y fuertes, otras tantas.
Me gustan las pecas que salpican tu espalda que me dan un motivo para contarlas.
Me gustan tus piernas delgadas y largas que dan estilo a tu caminar.
Me gusta tu humor algo retorcido que me roba sonrisas a cada instante.
Me gusta tu intensidad y energía, esa que llega a correr por mis venas al sentir.
Me gusta tu voz al otro lado del teléfono y cerca de mi oído que me ofrece una paz infinita.
Me gusta tu determinación que te lleva a lograr lo que deseas en tu vida.
Me gusta tu inocencia que te hace maravillarte cada día con el amanecer.
Me gusta tu paciencia al vivir que te hace esperar el momento indicado para actuar.
Me gusta tu espontaneidad natural, casi infantil, que te hace ser tan mágico y especial.
Me gusta la seguridad que me das en un abrazo, haciéndome sentir que puedo confiar.
Me gusta la tranquilidad que me inspira tu compañía, sólo con tu mirar.
Me gusta tu presencia latente, cuando te vas, dejando tu esencia en mí.

Me gusta tanto más de ti que podría pasar todo un día describiéndolo y jamás terminaría...

…Y podría nunca encontrar algo que no me guste de ti… porque lo intento y no lo hay.