miércoles, 16 de septiembre de 2015

Oraculos III

Añadiendo información al cóctel Oráculos, hoy traigo un nuevo análisis de los mensajes contenidos en  los que utilizo, a saber, Tarot, Runas y Osho Zen, en una especie de analogía y confluencia de enseñanzas de los tres y sus mensajes a la hora de trabajar espiritualmente.


A pesar que este cóctel tiene sólo dos publicaciones, esto tiene un motivo. El trabajo espiritual viene por intuición y si no llega, no trasciende, por lo cual, trabajo en ello cuando el mensaje llega a mi, con la finalidad de ayudar a otros a abrir las perspectivas de sus propios aprendizajes. Y este cóctel en particular tiene un doble propósito: Primero, desmitificar la tan temida carta de La Muerte del Tarot, presentando en segundo lugar la real significancia de este proceso como Transformación, crecimiento y cambios.

Thorn
Tercera runa del Futhark tradicional, relacionada con el Júpiter activo y el elemento aire. También conocida contemporáneamente como Thauriz o Thaurisaz, se le atribuyen las luchas entre el bien y el mal, los cambios y transformaciones y algunos le llaman La Puerta. El símbolo de Thorn semeja un hacha o pequeña daga rudimentaria que, con su filo corta, hiere y pone a prueba. Esta runa tiene un gran simbolismo que se puede interpretar como el mal, literalmente, no porque sea mala sino porque presenta las realidades sin fantasía y nos enfrenta a los polos del bien y el mal en nuestras vidas, dependiendo de nosotros mismos, aceptar uno u otro o el paso entre uno y otro. Por otro lado, Thorn simboliza una puerta que estaremos a punto de atravesar, y por ende, la decisión de pasar de un punto a otro en nuestras vidas, usualmente, dejando todo lo demás atrás.
Thorn se relaciona con un Júpiter activo y el elemento aire, desde la perspectiva del Dios Zeus mitológico, que siendo dadivoso, generoso y expansivo, puede también volverse volátil, tiránico e intempestivo ante sus caprichos, rayando en la maldad y la inconsciencia de sus actos como un huracán, dejando claro el paso del bien al mal de manera exagerada e impetuosa.
Tradicionalmente, esta runa sella pactos de sangre, pues era usada como daga rudimentaria para cortar y unir en promesas que si bien tenían como base la hermandad y el cumplimiento de la palabra, también podían ser usados como manipulación para obrar en el mal. Asimismo, su semejanza con el hacha, causa daño, heridas y trae consigo la curación posterior, el perdón o la venganza, tanto del que la utiliza para dicho acto, como para quien recibe la afrenta. La capacidad causar daño o no, así como de perdonar desde el bien o vengarse desde el mal será una decisión personal que nos pone claramente entre los polos mencionados.
También relacionada con una puerta, como aquella de la muerte, trae consigo un mensaje claro antes de pasar al otro lado, pues hace un llamado a reflexionar profundamente el cambio que se presenta y nuestra capacidad de dejar atrás todo aquello que conocemos para comenzar una vida nueva, un período diferente y todo lo que ello trae consigo, bueno o malo.
De esta manera, nos encontramos siempre con nuestra capacidad de elección entre el bien y el mal, pasar o quedarnos, perdonar o vengarnos, todo previa reflexión de las consecuencias de nuestra decisión, para no caer en la inconsciencia del Dios Júpiter y su ímpetu. También, hace un llamado a las trampas o heridas que podríamos sufrir y nuestra capacidad de darnos cuenta de los engaños que nos presenta la realidad, cuando no queremos verla, y la opción de seguir el camino y atravesar la puerta más conveniente para nuestro crecimiento.

Transformación

Decimotercera carta de Osho Zen, del grupo de los arcanos mayores de la columna espiritual de la transformación del ser. Esta carta transmite el mensaje del Zen que nos pide que vayamos al corazón y desde allí nos transformemos para ser libres de cualquier atadura a religiones que se inclinen al bien o al mal, pues la vida está conformada por hechos que aceptamos o no. Nos dice que el Zen es el mundo de aquellos que creen, despojándose de creencias, dudas, razones y, principalmente la mente y el ego para estar en una existencia de aceptación.
La figura de la carta se encuentra sentada en una inmensa flor de loto, la flor del vacío infinito, sosteniendo en sus manos una espada que representa la capacidad de desligarnos de las ilusiones del bien y el mal, dualidad puramente mental, de la razón y la mente, y el símbolo del yin-yang, que trae en sí esa dualidad, pero desde la perspectiva de la transcendencia e unificación interna del ser. Así mismo, sostiene una serpiente, la cual representa la capacidad de mudar la piel para rejuvenecer, renacer y cambiar hacia una nueva consciencia, y una cadena, que una vez rota nos lleva a una integración con el universo espiritual. También, sostiene en una de sus manos una flor de loto, la misma sobre la que se encuentra sentado, representando no sólo la estancia en el vacío sino también la aceptación de la belleza y pureza de su estado. Por otro lado, una de sus manos descansa sobre su regazo en actitud de recepción de todo su alrededor, y otra en actitud de silencio al posarse bore la boca de una imagen de perfil atravesada en la base, que representa una capacidad para o emitir críticas o alabanzas, sino simplemente receptividad. Finalmente, en su cabeza y fondo, se eleva un ave de fuego, aquella que renace de las cenizas hacia una nueva vida, hacia una transformación del ser y el entorno, superando al bien y al mal, para ser libre.

La Muerte
Decimotercera  carta del arcano mayor del Tarot de la columna espiritual de la transformación del ser, se relaciona con los cambios radicales y las oportunidades por venir. Originalmente sin número ni nombre, esta es la carta menos querida del Tarot por considerarse de mal augurio al creerse que trae consigo muerte y tristeza. Nada más alejado de la realidad pues esta carta contiene en sí nuevas posibilidades, nuevos comienzos y ciclos de crecimiento.
Ciertamente, la imagen de la carta sin nombre o La Muerte es un poco incómoda pues presenta a un caballero en forma de calavera sobre un caballo que a su paso asola el entorno, teniendo a sus pies un rey muerto, una mujer y un niño en pose de ruego y un sacerdote suplicante. Sin embargo, el color blanco de su caballo, el sol saliendo al fondo sobre dos torres y el estandarte con una flor, traen consigo la capacidad de un nuevo comienzo. Como desde los tiempos antiguos, la muerte de un rey siempre da paso a un nuevo rey que traerá nuevas oportunidades al reino, renovación y crecimiento, la transformación de viejos patrones y paradigmas y un nuevo amanecer.
Por esto, el mensaje principal de esta carta es el paso de un estado a otro, cambios transcendentales para nuestro ser. Como Thorn augura un posible dolor, una posible decisión, pero finalmente la capacidad de decidir entre una cosa u otra, y como La Transformación, nos habla de nuestra capacidad de cambiar y superar. En última instancia, todo cambia y se transforma, todo cambio es novedoso y produce temor, pero no por ello es bueno o malo, sólo se debe cambiar y dejar todo atrás para aceptarlo, vivirlo y seguir adelante hacia el nuevo día.