lunes, 1 de septiembre de 2014

Los Vicios Planetarios III

Entre los muchos aspectos estudiados por la astrología, los pecados capitales entran en un capítulo aparte de los detalles estudiados en las cartas natales, diferenciando las tendencias planetarias que influyen sobre los individuos y los hacen inclinarse hacía un "defecto" u otro, según su carta astral personal.
Aquí, presento el análisis de uno de ellos, aclarando que todo dependerá de la posición del planeta y sus influencias dentro de una carta personal.


La Gula - Júpiter

La gula es un pecado jupiteriano y se debe a un exceso de protagonismo del planeta Júpiter en un horóscopo. Al comienzo de la evolución, los hombres no se hallaban aún en condiciones de ejercer la gula más allá de sus propios organismos, pero en nuestra sociedad actual debemos entender por gula no solamente el hecho de consumir más de lo que a uno le corresponde en virtud de los recursos comunes de que dispone la humanidad, sino que en sus negocios, en su actuación social y profesional, el glotón también abarca más de lo que su programa humano le permite abarcar, reduciendo o suprimiendo el espacio social en el que los demás deberían actuar como legítimo terreno de experiencias. En el Mundo Mental, la función de Júpiter consiste en sacar el máximo provecho del escenario natural legado por Saturno. Júpiter es el que dice: «Estos terrenos, para el cultivo; aquéllos para la edificación de una ciudad; aquí, las zonas deportivas; aquí, los bosques; allí, las minas; allí, los templos, las industrias o los Bancos las universidades, las instituciones políticas. »

Si imperara la ley natural, cada hombre asumiría su propio potencial y realizaría, en nombre de Júpiter, la función que le corresponde. Pero los glotones impiden que esto ocurra y un buen día, uno de ellos, con más esencia jupiteriana en su interior que los demás, dice: «Aquí esto, aquí aquello, más allá esto otro, y todo es de mi propiedad, y está bajo mi control y mando, y en mi propio provecho.» Entonces, los demás se quedan sin papel jupiteriano reducidos a ser servidores del glotón, el cual les transmite sus órdenes por teléfono o por correo electrónico, haciendo que ordenen las cosas por su cuenta, mientras él se relaja en su maravillosa isla particular. Nos estamos refiriendo a la organización de la vida física, pero el glotón actúa de una forma más sutil e imperceptible en el dominio puramente mental, diciendo a los que lo escuchan o leen: «Yo soy la verdad y os la voy a contar para que no os toméis la molestia de descubrirla. » y entonces establece toda una serie de dogmas religiosos, políticos, sociales, científicos o culturales, y los institucionaliza, los sacraliza y los declara cultura y civilización, y para que a nadie se le ocurra desmentírselos, ahí están los ejércitos, la marina, la aviación la policía y demás «fuerzas vivas » para disuadirlo. Al establecer una verdad, oficializarla, rendirle culto y protegerla por la fuerza, el glotón impide que la auténtica verdad nazca de las experiencias vitales del individuo. La verdad vital, la que inevitablemente explota un día en el interior del individuo como una sublime evidencia, es la que el glotón se empeña en combatir, porque no es científica, porque no forma parte del patrimonio cultural común, porque siempre es revolucionaria y, si se generalizara, el glotón se vería obligado a dejar de ejercer su glotonería, al volver todo a su orden natural. La gula es pues la responsable del caos social en el que estamos inmersos. En el ámbito alimenticio, la gula es la que produce el hambre en el Tercer Mundo. En la naturaleza emotiva, el exceso de protagonismo jupiteriano abre las puertas a todas las apetencias y se traga a los hombres, igual que a las sociedades, los cargos, las instituciones. Por lo tanto, podemos considerar la gula como un desbordamiento de la individualidad, que tiende a tragarse a la colectividad. Es el gran pecado de nuestra época y el más difícil de combatir. En efecto, cuando el cuerpo está saciado de alimentos, obliga al individuo a adoptar un régimen. Pero en el terreno intelectual o emotivo no funciona esta señal y el glotón sigue tragando más y más, privando al resto de los humanos de su legítimo espacio vital. El sistema capitalista está indisolublemente ligado a la gula, y aquellos en cuyos cuerpos aparece el síntoma de rechazo de la comida deberían considerarlo como un aviso de que, en otros dominios, deben dejar de engullir espacios ajenos a su programa humano. Los efectos de la gula sobre una próxima vida aparecerán bajo los rasgos de esa terrible enfermedad que conocemos con el nombre de cáncer. En efecto, el glotón habrá instituido en su orden interno esa tendencia a la invasión y a la ocupación de espacios ajenos, que ha sido la característica de su actividad, y entonces las células cancerígenas de su cuerpo también ocuparán espacios destinados a otras células, negando la vida a ciertas partes de su organismo, sin las cuales precisamente no se puede vivir. Esto no significa que todos los casos de cáncer sean debidos al hecho de que la persona afectada haya cultivado la gula en una vida anterior, pero este tipo de actitud es a menudo el origen de esta terrible enfermedad. Por otro lado, es preciso tener en cuenta que actualmente todos los procesos se están acelerando y que, de forma cada vez más frecuente, las consecuencias de nuestras actitudes -o sea nuestro karma- no esperan a una próxima existencia para manifestarse, sino que aparecen en ésta. Tampoco la gula es fácil de corregir, porque agrada al individuo que la padece, y sólo la comprensión de sus efectos le permitirá corregirla.
La sabiduría es el arma que debe utilizar el glotón."

Fuente: Blog Sirgalahad