viernes, 4 de septiembre de 2009

Un amigo que se va

Escribí esto hace un par de años y hoy lo publico nuevamente por circunstancias tristes, pero que van de la mano con la vida... A Cayita, Gioconda, Silvana, a todos aquellos que han tranformado su forma y continúan su camino eterno.


Pocas veces en mi vida me ha tocado perder a un amigo. Tú, amigo, que ya cumpliste tu misión en esta vida que te tocó vivir y que ya aprendiste las lecciones que te correspondía aprender. Y, estas pocas veces, no he sentido dolor. ¿Por qué? Simplemente porque creo que, aunque ya no vuelva a verte en un tiempo, indefinido para mi, te ha tocado marcharte a un lugar mejor, a cumplir otra misión y a aprender otras cosas.
Más allá de eso, creo que estar triste por tu ausencia no es lo mejor para tí, porque impido tu partida hacia el mundo de la luz eterna y te ato a cosas que ya no te pertenecen. Por el contrario, pienso que por encima del egoísmo de querer tenerte junto a mí, debo sentirme tranquila de saber que, esté donde estés, estarás feliz, pleno, tranquilo y en contacto con aquellas almas que guían el camino de los que nos quedamos aquí.
No niego que una pérdida así me entristece. Pero esa tristeza será pasajera, por que en mi memoria guardaré los recuerdos de lo que fuiste cuando estuviste junto a mi, y en mi alma prevalecerá la convicción de que un día, desconocido para mi, estarás allí con tus brazos abiertos en el momento que me sea designado para caminar hacia ese mundo de luz que abre las puertas de la eternidad.

Donde estés, recibe mi amor eterno.