miércoles, 21 de enero de 2009

Una década después

Nadando entre mis viejos cuadernos encontré este escrito de hace diez años... muchos recuerdos... tantas cosas vividas. Y, sin embargo, ahondando en mi sentir y mi pensar, la esencia de mi vida y mis aprendizajes sigue reafirmando esto que siempre he guardado como el mayor tesoro de mi camino por este mundo...


REFLEXIÓN

El camino de nuestra vida está lleno de obstáculos y tristezas, pero ellos no son más que una parte de la escuela que va enseñando a nuestras almas a evolucionar para ir en la búsqueda de un camino mejor: el de la eternidad.
Para pasar el examen de la vida, el secreto está en saber amar, reír y, sobre todo, saber perdonar. Claro, que todo tiene su momento y de cada uno de nosotros y de nuestras circunstancias depende el aprendizaje del amor, la risa y el perdón.
Nadie ama si no está preparado para ello; nadie ríe si lo que quiere es llorar, y nadie perdona si no arranca de su corazón el dolor. Lo más hermoso es que cuando estamos realmente preparados para estas cosas, la vida se hace más llevadera, más hermosa y más plena, y los obstáculos ya no se ven como tal, sino como pruebas que hay que afrontar con paciencia, optimismo y una sonrisa en el rostro. Ése es el momento cuando podemos decir; ¡estoy feliz de vivir esta vida que tengo!, porque toda vida, a pesar de sus condiciones, es hermosa, y lo es porque nos enseña algo que en un futuro nos servirá para evolucionar hacia un mundo mejor.
Un mundo donde no existen ni el llanto, ni el dolor, ni la maldad... A ustedes, amigos, les digo que, simplemente, hagan su mayor esfuerzo por comprender este mensaje que les envío de todo corazón, para que cada vez sean más felices. No les diré que es algo fácil de lograr, pero bien vale la pena intentarlo para dejar de ser uno más del montón que se queja y llora por cosas que siempre tendrán una razón de ser: enseñarnos a vivir.
Por lo tanto, vivamos, amemos de corazón a todo lo que nos rodea, sonriamos a la vida que tenemos y, sobre todo, tratemos de aprender a perdonar a quienes, de una u otra forma, nos han herido, porque ellos aprenderán, tarde o temprano, de esas ofensas que han cometido hacia nosotros.

Los quiere, Andy

Febrero 5, 1999