Cierto día fuimos a almorzar a un restaurante chino y ordenamos pollo con vegetales y mazorquitas de maíz. Durante la comida, nos entro eso que yo llamo "filosofar tonterías" por no conocer bien un tema. El asunto a tratar fue la manera en que se producen las mencionadas mazorquitas chinas.
Tiempo después recordé el asunto y le pregunté a mi madre si ella sabía cómo se producían dichas miniaturas deliciosas y ella me dijo que eran cultivos hidropónicos. Resuelto el misterio, me dispuse a informar el hallazgo diciendo con mucha propiedad: "¡Ya sé la manera en que producen las mazorquitas! SON HIPODÉRMICAS!"
Otro día nos encontrábamos en casa en un almuerzo familiar hablando del nuevo Papa y lo que haría en sus primeros meses dentro de la Santa Sede. Entre una cosa y otra recordé que ya él había publicado su primera Encíclica Papal, así que lo informé a mis padres de la siguiente manera con un tono muy serio: "El Papa ya ha publicado su primera ECLÍPTICA..." Demás está decir que no pude terminar la idea.
Mis metidas de pata verbales han resultado tan divertidas para mi familia que tengo que andar con pies de plomo antes de abrir la boca para emitir opiniones o dar informaciones de asuntos poco comunes para mí. A raíz de ello, comenté el asunto con una amiga y ella llegó a la conclusión de que dado que hablo tres idiomas y he pasado toda mi vida leyendo cualquier cantidad de cosas en los mismos, además de entender dos más, escribir, ser melómana y manejar tanta información en mis labores como traductor, he llegado a manejar un vocabulario demasiado extenso. Por ello (cosa que he notado que es totalmente cierta) mi menta hace una asociación de sonidos fonéticos para buscar las palabras, resultando en situaciones como las que he mencionado en este artículo.
Como sea, tengo en mi haber una nutrida lista de metidas de pata verbales y creo que seguiré engordándola en el futuro para gusto y diversión de mis amigos y familiares.
Tiempo después recordé el asunto y le pregunté a mi madre si ella sabía cómo se producían dichas miniaturas deliciosas y ella me dijo que eran cultivos hidropónicos. Resuelto el misterio, me dispuse a informar el hallazgo diciendo con mucha propiedad: "¡Ya sé la manera en que producen las mazorquitas! SON HIPODÉRMICAS!"
Otro día nos encontrábamos en casa en un almuerzo familiar hablando del nuevo Papa y lo que haría en sus primeros meses dentro de la Santa Sede. Entre una cosa y otra recordé que ya él había publicado su primera Encíclica Papal, así que lo informé a mis padres de la siguiente manera con un tono muy serio: "El Papa ya ha publicado su primera ECLÍPTICA..." Demás está decir que no pude terminar la idea.
Mis metidas de pata verbales han resultado tan divertidas para mi familia que tengo que andar con pies de plomo antes de abrir la boca para emitir opiniones o dar informaciones de asuntos poco comunes para mí. A raíz de ello, comenté el asunto con una amiga y ella llegó a la conclusión de que dado que hablo tres idiomas y he pasado toda mi vida leyendo cualquier cantidad de cosas en los mismos, además de entender dos más, escribir, ser melómana y manejar tanta información en mis labores como traductor, he llegado a manejar un vocabulario demasiado extenso. Por ello (cosa que he notado que es totalmente cierta) mi menta hace una asociación de sonidos fonéticos para buscar las palabras, resultando en situaciones como las que he mencionado en este artículo.
Como sea, tengo en mi haber una nutrida lista de metidas de pata verbales y creo que seguiré engordándola en el futuro para gusto y diversión de mis amigos y familiares.