sábado, 1 de agosto de 2015

Cecil

Hay muchos vicios en el mundo, y algunas personas llegan a tener tanto amor por sus vicios que gastan su dinero en dulces, comida, deportes extremos, viajes, drogas e infinidad de otras cosas y está bien. Es su vida y su bolsillo, y cada cual hace con ellos lo que quiera pues al fin y al cabo es su vida y su dinero, pero ¿pagar una cantidad exorbitante por matar a un animal? Sencillamente no me cabe en la cabeza y me duele desde el fondo del alma que cosas así ocurran en el mundo. No en vano quienes vivimos hoy en este planeta estamos sufriendo las consecuencias de siglos de desidia e inconsciencia de nuestros predecesores en este mundo, como el calentamiento global; áreas completas del planeta que un día fueron fértiles se han transformado en tierras asoladas y muertas, causando hambrunas y carencias insufribles; especies de flora y fauna extintas o en vías de extinción bajo el yugo de la mal llamada humanidad. Creo, además, que cualquiera con consciencia y sanidad mental siente y piensa al menos de manera similar a la mía.

Hemos olvidado el origen no solo de las palabras sino también los mandamientos divinos de muchas de las religiones que nos guían hoy en día, siendo los más importantes de ellos: “No matarás” y “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Y tal vez para muchas personas, otros seres vivos no son “el prójimo” pero ciertamente, el origen de la palabra “animal” (y conste que la raza humana también es un animal) viene de la raíz “anima” que significa “con alma”. De tal manera, un ser con alma tiene vida, siente, sufre, y merece respeto, consideración y compasión, pues si un día no queda más que esta raza humana en el mundo, ¿qué tendríamos, como viviríamos? La existencia misma de cada especie tiene una función importante para nuestro planeta, aporta beneficios que, aunque no veamos, están presentes, y serían completamente insustituibles de desaparecer dichas especies. Incluso, si llegara a desaparecer el polvillo que ensucia nuestros muebles, sufriríamos terribles consecuencias.

Así, me parece inconcebible que a estas alturas de la evolución de nuestra raza en este planeta, aún existan personas que no le den un quinto al hecho de destruir nuestro entorno, peor aún, pagar por dañar, torturar, perseguir y matar a un ser con alma, sólo por el placer de hacerlo, y para tener un “trofeo” de dicha práctica despreciable. Simplemente no lo entiendo, no lo acepto y como muchos otros, me siento enferma y totalmente deprimida de que dichas cosas ocurran, amén que haya sido un animalito pequeño o grande, como Cecil. Un ser que respeta mucho más la dinámica de este planeta, que caza sólo para alimentarse, que vaga por las llanuras sin dañar su entorno, que incluso respeta a quienes lo rodean y sabe que lo admiran. ¿Será que aún debemos destruir todo a nuestro alrededor y sufrir la decepción de tener un planeta desolado y muerto para darnos cuenta que esto está mal?

Y debo aclarar para aquellos quienes no comprenden que no se trata de preocuparse más por un problema que por otro, que hay hambre en el mundo y me importa, que hay personas muriendo y me importa, que hay abandono y me importa. Sucede que, en este caso, mi respeto por la vida desde una perspectiva más amplia me importa más y que apoyo, como muchos otros, la voz que se ha levantado en el mundo por la muerte dolorosa y vil de un ser completamente inocente y majestuoso como Cecil, y como muchos otros que han quedado en el anonimato. Sin embargo, gracias a Dios se ha abierto una puerta más para los que sentimos esta y muchas otras situaciones similares, expresemos y ayudemos a crear consciencia de la bajeza que hay en nuestros congéneres al matar cruelmente animales que cohabitan con nosotros, pues no importa que yo esté en el mundo mañana y no vea la desolación que ha quedado. Me importa hoy, lo expreso y me uno a miles de personas que reclaman y hacen este llamado de justicia por la muerte de Cecil, el León.