jueves, 18 de junio de 2015

Seis enseñanzas del budismo

1. Vive tu vida con compasión
Buda no fue el único que quiso hacer llegar mensajes acerca de la compasión, tanto Jesús como Mahoma llevaron al mundo este tipo de lecciones porque es beneficioso no sólo para el mundo, sino también para el espíritu. La compasión es un elemento importante a la hora de encontrar la paz interior y cuidar de nuestra integridad.


2. Presta atención
Puede sonar un poco obvio, sobre todo en estos tiempos en los que se predica tanto de “despertar” y “tomar consciencia” pero, ciertamente, es válido reconocer que debemos ver el mundo tal cual es. Sin embargo, esto requiere un estado mental abierto para realmente ver las pequeñas cosas del día a día sin teñirlas de las propias creencias.

3. Se el cambio que quieres ver en el mundo
A estas alturas de la historia de la humanidad, esta frase puede sonar trillada, pero si nos fijamos más allá del cliché, es uno de los pensamientos más lógicos y poderosos que podemos desarrollar. Si queremos paz, seamos pacíficos; si queremos cuidar el ambiente, involucrémonos en las acciones ecológicas; si deseamos alegría, alegremos nuestro camino.

4. Aceptemos la muerte
En Occidente la muerte se ha convertido en un tema tan tabú que no es una sorpresa ver que cada vez más personas mueren de enfermedades dolorosas y difíciles que les impiden finalizar sus vidas con dignidad. Se nos ha enseñado tanto a pensar en el futuro que nos olvidamos del presente y al ignorar nuestra muerte, nunca somos felices en el momento.

5. Somos lo que comemos
En el budismo existe mucha más consciencia del importante papel que tiene la alimentación en la vida, la relación con el cuerpo y el proceso de transformación que esto conlleva. De tal manera, lo que comemos, su historia y el proceso de preparar los alimentos es un punto importante para nuestro cuidado interior.

6. Olvida los tres venenos de la naturaleza humana
El budismo enseña que hay tres cosas que son la base de la negatividad: La avaricia, el odio y la desilusión, y son las responsables de una vida infeliz. Al final de cuentas no nos llevan a ningún lugar. Desear más y no querer compartirlo es sólo un círculo vicioso que se repite constantemente; el odio no cosecha ningún elemento positivo; y la desilusión viene de no aceptar las cosas que llegan a nuestras vidas.