domingo, 5 de mayo de 2013

Yo creo en Henrique Capriles

Hoy desperté con un sentimiento extraño y diferente y pensé “alguien a quien no conozco hace un llamado frente a una cámara para que todos vayamos al templo a orar” y yo, que nunca voy a la iglesia, por motivos que no vienen al caso, me levanto temprano un domingo y voy a la iglesia, y para completar, ¡voy a la misa!
No es que sea atea ni nada por el estilo, por el contario, rezo cada día y cada noche, y debo decir que en las últimas dos semanas he incluido en mis oraciones, no sólo a mi país, sino a este hombre por quien hace menos de un año no daba medio.
Pues sí, es la verdad, y no se trata tampoco de ser apolítica o indiferente a lo que ocurre, sino que como lo dije en un artículo anterior, escrito hace cuatro años, pensé que cuando vengan no quedaría nadie para defender al país, yo era una de esas personas que había tirado la toalla ante tanto desinterés y desunión en una tierra que parecía haber perdido la hermandad y el respeto por los otros. Al final de cuentas, tengo buena memoria, y aunque cuando niña no supiera ni quien era el presidente, recuerdo como era el país en el que me crié. Uno donde podía salir a jugar con los amigos de la cuadra, donde podía andar sola de tardecita o ir caminando al club y volver sin miedo a que pasara algo, uno donde cruzaba Petare en bus todos los días, uno donde ir a bailar a las dos de la madrugada porque me dio la gana era posible.
Por esa memoria hice caso omiso a este hombre que se ha levantado a representarnos a todos, que nos ha dado una voz y que en el transcurso de menos de un año ha demostrado haber pasado por un cambio que muchos no creímos posible. No pongo en duda lo que fue, ni lo que es, pero ciertamente tengo un extraño sentimiento de asombro y fe porque también recuerdo haberlo catalogado como uno más, muy joven, tal vez buscando figurar, y hoy me doy cuenta que no es así. Desconozco su sentir, pues es imposible, por más empatía que se pueda tener, interiorizar realmente lo que ha pasado en su ser, pero, como muchos de mis lectores y amigos ya saben, hay un algo superior que me ha conectado con ese hombre y me ha mostrado claramente lo que es.
Así, de mi visión objetiva y mi conexión interior me siento movilizada por sus palabras, tengo fe en lo que hace y no me canso de hacer un llamado a todos a escucharlo, seguirlo y protegerlo, pues cada vez más se hace patente que, en comparación obvia, es un hombre que se levanta por sobre los demás por su claridad, inteligencia y valor interior. Él ha sido quien ha logrado que aquí haya alguien, que contado en millones, ha demostrado ser esa persona que ayer no daba ni medio por él ni por el país que hoy hemos heredado. Y tomando sus palabras: “Dios bendiga a Venezuela” y Dios lo bendiga a él por devolverme un pedacito del país en el que yo quiero vivir.

Enlace al blog de Henrique Capriles