miércoles, 7 de abril de 2010

Adivinación

No ha habido época en que la adivinación no haya sido importante. Desde el Paleolítico (30.000 – 10.000 a. C.) … hasta la actualidad, en que podemos constatar a simple vista el resurgir de la adivinación tan sólo con abrir el periódico, el hombre nunca ha dejado de creer en su intuición.
Los asirios fueron los primeros en contemplar el cielo. Los caldeos perfeccionaron el estudio de los movimientos de los planetas, organizando lo que hoy se conoce como astrología. El hábito de predecir el futuro por medio del vuelo de los pájaros es antiquísimo. Los etruscos, leían las vísceras de los animales y la caída de los rayos en las tempestades. En Eritea las sibilinas escribían sus profecías en verso y en Roma las vates adivinaban mediante la inmersión en un delirio profético. Sócrates, Zenón y Pitágoras prestaban atención a los mensajes de los sueños y los oráculos han existido en Asia, Europa, Medio Oriente y América desde tiempos muy remotos.
Así, los símbolos mágicos han recorrido el mundo desde siempre, algunos en forma de cartas, en la baja Edad Media, como es el caso del Tarot, otros en piedras y caracoles, como en las tribus africanas, y otros en varillas, en el origen del I Ching.
Es natural de la condición humana buscar respuestas a las dudas, pues la curiosidad, al ser estimulada, promueve el disfrute del conocimiento. Si se aceptaran los oráculos como una forma distinta de pensamiento, sin los prejuicios que han sido acarreados desde la ignorancia antigua, daríamos lugar a un equilibrio natural en el ser humano. El cerebro no estaría programado únicamente para resolver los problemas prácticos y hacer cuentas, sino que también tendría lugar para una vida más creativa, no tan mecánica, y menos enferma, incluso físicamente.
Los términos como ciencia sagrada, artes adivinatorias o parapsicología sirven para darse a entender, pues es muy difícil definir el campo de acción de un oráculo. Sin embargo, compararlos con la ciencia es, cómo mínimo, de mal gusto, ya que colocarlos dentro del espectro de una ciencia o una institución es un error irreparable. Socialmente, los oráculos cumplen una función diferente, activan una parte del cerebro distinta y tienen otro lenguaje, por lo cual no es necesario calificarlos o institucionalizarlos. La verdad es que la historia, pasando por el Enciclopedismo, los ejércitos de salvación del alma, los tribunales inquisidores y las revoluciones religiosas, salvaron a los oráculos de perderse en el tiempo. El ser humano jamás ha dejado de practicar rituales de adivinación, los cuales, a su vez, jamás han causado desacuerdos entre los pueblos o negociaciones de muerte y guerra.
Fuente: Extracto de El libro mágico de las runas, Fabiana Daversa.