martes, 26 de enero de 2010

Venezuela R.I.P.

No es mi estilo escribir comentarios de política, pues siempre habrán enfoques diferentes y debates al respecto, pero en lo que va de este año la situación del país se ha ido agravando cada vez más, volviéndose ya una cuestión casi insalvable y como de telenovela. Así, después de casi tres años sin mirar noticias y limitarme a los resúmenes de prensa y comentarios de radio, porque creo mejor leer que ver para no sugestionarme ni amargarme tanto con imágenes, he encendido nuevamente mi caja de bobos para darme cuenta que en estos diez años nada ha cambiado.
Muy por el contrario, las cosas han ido in crescendo en la situación política, económica y social de Venezuela, y los marcados egoísmos personales se han incrementado, haciendo que nadie de un poquito de cuerda para solucionar y buscar una salida al ambiente de resentimiento social que nos rodea.
Entre muchos comentarios de amigos y conocidos, así como lo que vivo al salir a la calle, y sin dejar de lado mis incontable sueños, premoniciones y presentimientos, he sacado mis propias conclusiones al respecto. Hace diez años lo dije y lo mantengo, no hay justificación posible para que un militar, exconvicto y traidor a su tropa esté gobernando un país; sin embargo, fue este mismo pueblo quien lo puso allí, habiendo olvidado las lecciones más elementales de la democracia y la libertad mundial, si es que alguna vez en la vida las tuvieron. No es necesario hacer alusiones a la historia universal para darse cuenta de algo que se tiene en las narices, pero lamentablemente la gente que lo eligió hubo pecado de ignorancia absoluta de aquellas. Cierto es que es de humanos errar, pero este error ya ha costado a la fecha una economía devastada en la cual cada día salimos a la calle contando las monedas para vivir, andamos mirando calendarios para saber si tendremos servicio de electricidad, le pedimos a cuanto santo se puede al salir de la casa para que no nos roben o secuestren, oramos para no enfermar pues los hospitales carecen de los mínimos servicios y las clínicas son muy costosas, nos bañamos con tazitas porque no hay agua, vemos con frustración que nos limitan los canales de televisión... y aún seguimos pensando que no se puede llegar a tanto... ¡Carajo, diez años diciendo yo no creo que... no puede ser que...! ¿Y dónde estamos?
Estamos donde debemos, sí, soy crítica y ruda, porque la gente sigue pensando sólo en sí misma, en que si tiene comida y dinero está bien, en que si se va a comprar el vehículo que quiere y va a poder tomar whisky está bien, en que si llega tarde al trabajo no importa, en que puede engañar a su pareja alegremente sin que nada pase, en que los peatones no tienen derecho alguno al cruzar una calle un paso rayado, en que en lugar de prestar un servicio estan "haciendo un favor" y si no le gusta "que se vaya a otro lado", en que no importa compartir con el amigo porque al final de cuentas "sabemos que está bien de salud", en que no importa que el vecino tenga un problema porque total, es el vecino, en que se puede tirar basura por la ventana del vehículo porque "alguien lo limpiará", en que no vamos a exigir los derechos como persona, pareja, cliente, amigo porque terminaremos siendo los locos, los menos, en que vamos a salir a la calle a una marcha a cantar y bailar, sin dolor ni seriedad, porque estamos en el caribe... Tristemente esa es la mayoría, la que no le importa nada ni nadie, la que mira las tragedias de otros países con lástima y se movilizan para ayudar cuando ni siquiera parece importarles el que tienen al lado. Pues bien, esa misma inconsciencia es la que nos ha traido hasta aquí y hasta que todos y cada unos deje de preocuparse por sí mismo, deje de estar más pendiente de un juego de pelota que de lo que ocurre alrededor y abandone su comodidad para salir a hacer "algo" productivo y exigir lo que le corresponde y dejar de echarle la culpa al otro o esperar que los demás lo hagan, dudo mucho que las cosas cambien.
Una reflexión personal de esta situación es que cuando alguien muere, los dolientes sufren su luto y luego siguen su vida, pues de nada sirve entregarse al dolor. Venezuela murió hace rato y sus dolientes vivieron su luto, los que no aguantaron se fueron o han hecho la vista gorda, pero la gran mayoría han continuado sus vidas, olvidando que un país, a diferencia de una persona, puede ser como Lázaro... para levantarse y andar nuevamente.