martes, 14 de abril de 2009

Y te dejaré ir

Mi querido Douglas ha escrito una nota que me ha hecho pensar en muchas personas que conozco actualmente que viven una situación parecida y no logran darse cuenta de lo que les ocurre o bien se niegan a ver lo que para los demás es evidente. Algunos dicen que ya no pueden más, pero continúan aferrándose a una situación que les agota emocionalmente, otros dicen amar cuando es obvio que no están satisfechos o felices...

Alguna vez yo misma tuve que soltar y dejar ir personas o situaciones que ya no me daban más por lo cual luchar o crecer, y si bien es cierto que nadie puede vivir las experiencias de los demás o decirles que hacer, compartir esta reflexión me parece compartir una sabiduría hermosa y real.

“Soñamos que vivimos un amor eterno y un día nos despertamos frente a una realidad: Ya no nos aman...¿Porqué? Amar también implica correr ese riesgo y cuando se ama en verdad se sufre y cómo nos cuesta soltar aquello que amamos...
Dejar ir, soltar...esa es la clave y no es fácil porque duele... Seguir llorando aquello que no tengo me impide disfrutar de lo que tengo ahora.
Aprender a enfrentarse con el tema de la pérdida es aceptar vivir el duelo, saber que aquello que era es aquello que era y que ya no es más o por lo menos ya no es lo mismo que era. De hecho nunca es lo mismo. Cuando yo me doy cuenta de que algo ha muerto, de que algo está terminado, ese es un buen momento para soltar. Cuando ya no sirve, cuando ya no cumple, cuando ya no es, es tiempo de soltar. Lo que seguro no voy a hacer, si te amo de verdad, es querer retenerte. Lo que seguro no voy a hacer es tratar de engancharte, si es verdad que te amo.
¿Te amo, o amo la comodidad de que estés al lado mío? ¿estoy relacionado contigo, individuo, persona? , o ¿estoy relacionado con mi idea de que ya te encontré y no quiero salir a buscar más a nadie? No te atrapo, no te agarro, no te aferro, no te aprisiono. Y no te dejo ir porque no me importes, te dejo ir porque me importas.
Sí, hay miles de parejas que antes de encontrarse debieron separarse, y otras que se separaron y nunca se volvieron a encontrar y hay miles más que no se separaron nunca y vivieron estropeándose la vida para siempre. Hay toda la serie de variaciones que se te ocurran. Basta que uno de los dos sienta que se terminó, que ya no quiere más, que no tiene emoción, que se acabó el deseo, basta que uno sostenga que agotó todos los recursos, basta eso para saber que no hay mucho qué rescatar.
Si hay deseo, si se quieren, si se aman, si a cada uno le importa el otro, si creen que hay algo que se pueda hacer, aunque no sepan qué, los problemas se pueden resolver, mejor dicho, se puede intentar. Pero si para alguno de los dos verdadera y definitivamente se terminó, se terminó para ambos y ya no hay nada más para hacer.
Entonces habrá que decirle al que ama: "Aunque sé lo valioso que eres o has sido para mí, ya lo nuestro no funciona.”
¿Y ahora? Quedará el vacío. El dolor del despegue. Seguramente duela, pero te puedo garantizar que no te vas a morir. Si no te aferras no te vas a morir. Si no pretendes retener no te vas a morir. Salvo, que creas que te vas a morir. A mi me parece que la vivencia normal de una pérdida tiene que ver justamente con animarse a vivir los duelos, con permitirse padecer el dolor como parte del camino. Y digo dolor y no el sufrimiento, porque sufrir es resignarse a quedarse apegado a aquello que nos causa pena, sin comprender que todo llego a su fin.
Quiero poder abrir la mano y soltar lo que hoy ya no está, lo que hoy ya no sirve, lo que hoy no es para mí, lo que hoy no me pertenece. No quiero retenerte, no quiero que te quedes conmigo porque yo no te dejo ir. No quiero que hagas nada para quedarte más allá de lo que quieras. Mientras yo deje la puerta abierta voy a saber que estás acá porque te quieres quedar, porque si te quisieras ir ya te habrías ido..."

Fuente: Douglas Morales