jueves, 14 de marzo de 2013

A ti, que te jactas de tu tolerancia

Hace unos días leía un libro Budista y me encontré con una afirmación muy verdadera y sabia que me hizo reflexionar mucho en cuanto a lo que observo cada día a mi alrededor. Muchas personas que se encuentra en algún tipo de "camino espiritual" se jactan, no siempre explícitamente, de la tolerancia, la aceptación y el dejar a los demás seguir sus aprendizajes. Sin embargo,
muchas de esas mismas personas demuestran, con sus acciones u opiniones y comentarios, que no poseen, en absoluto, tolerancia o aceptación alguna hacia los demás, pues, en un conato inconsciente de absoluta falta de ser consecuentes con sus creencias y aprendizaje, critican o se mofan de aquellos que piensan o ven al mundo de forma diferente.

Así, olvidan completamente que TODOS estamos aprendiendo y que al hacerlo TODOS tenemos la libertad de seguir un camino u otro, una creencia u otra, una religión u otra... y nadie debería influir o criticar nuestras elecciones. Un ejemplo claro de ello es lo que comenta el autor en su libro:

"Los vegetarianos dicen que no se debe matar. Ahora bien, una col tiene vida, por tanto si se arranca una col de la tierra para comerla, se está destruyendo una forma de vida ... de tal manera, el vegetariano destruye vida de la misma manera que lo hace alguien que consume carne. ... "

Se puede, en tal caso, simplemente ser sensato y entender que debemos consumir el alimento que el cuerpo necesita, punto. Si a alguien le gusta comer sólo vegetales, bien, pero si a otro le gusta consumir carne, también está bien. La filosofía budista afirma que se debe ser vegetariano, pero ¿cuántas personas saben realmente la razón para esto?

El budismo floreció en países pobres y con una geografía poco favorecida para el ganado. La carne, de cualquier tipo y algunas veces hasta los vegetales, eran un lujo exhobitante, de manera que la gente ordinaria consumía lo que podía del medio ambiente y los ricos consumían lo que podían comprar dado du estatus social. Los monjes, que no ostentaban ninguna riqueza, vivían de los alimentos a los que podían acceder, mayormente vegetales de sus huertos, y se sentían virtuosos por ello, pero no discriminaban a los que podían darse el lujo de consumir carne.

Este es sólo un ejemplo de como vamos por el mundo afirmando nuestras creencias por encima de los demas y practicando, finalmente, una completa falta de aceptación y tolerancia hacia los que son diferentes o piensan o actúan de forma diferente. Olvidamos que, si seguimos tal o cual camino y nos apegamos a un aprendizaje, la base común de ello es aceptar y jamás influir en los demás. ¿Por qué criticar y querer cambiar las creencias o forma de vida de los demás?

Yo creo en Dios, transito un camino Zen, como carne de vez en cuando y trato con toda mi alma de no criticar a nadie y de no cambiar su forma de pensar. No tengo derecho y, aunque a veces me molesten las actitudes de los otros, ellos también están aprendiendo, y lo más importante, también me enseñan algo.