Érase una vez un hombre sumamente distraído -un loco o quizás un sabio- que, cuando se levantaba por las mañanas, tardaba tanto tiempo en encontrar su ropa que por las noches casi no se atrevía a acostarse, sólo de pensar en lo que le aguardaba cuando despertara.
Una noche tomó papel y lápiz y, a medida que se desnudaba, iba anotando el nombre de cada prenda y el lugar exacto en que la dejaba.
A la mañana siguiente sacó el papel y leyó: "calzoncillos..." y allí estaban, se los puso. "Camisa..." allí estaba, se la puso también. "Sombrero..." allí estaba, y se lo encasquetó en la cabeza.
Estaba verdaderamente encantado hasta que le asaltó un horrible pensamiento:
-"¿Y yo?... ¿Dónde estoy yo?"
Había olvidado anotarlo...
Fuente: Cuentos Sufís
Una noche tomó papel y lápiz y, a medida que se desnudaba, iba anotando el nombre de cada prenda y el lugar exacto en que la dejaba.
A la mañana siguiente sacó el papel y leyó: "calzoncillos..." y allí estaban, se los puso. "Camisa..." allí estaba, se la puso también. "Sombrero..." allí estaba, y se lo encasquetó en la cabeza.
Estaba verdaderamente encantado hasta que le asaltó un horrible pensamiento:
-"¿Y yo?... ¿Dónde estoy yo?"
Había olvidado anotarlo...
Fuente: Cuentos Sufís