martes, 6 de octubre de 2009

El talón de Aquiles

Cada día me sorprende más la capacidad que tienen algunas personas muy jóvenes, y no es que yo sea una vieja, de reflexionar y plasmar pensamientos tan verdaderos y profundos....

"El talón de Aquiles" I


El gran error de las personas en una relación de amor es creer que la pareja constituye la felicidad buscada y que ella es responsable de si eres feliz o no. La verdad es que no es la pareja sobre la que recae el peso, sino sobre uno mismo. Es uno mismo quien se transforma y que, inevitablemente, obtiene una respuesta, equitativa o no. No es la pareja quien nos da amor, somos nosotros mismos quienes damos, y el "universo", por decirlo de una manera poética, nos lo devuelve en un círculo vicioso de simbiosis o intereses recíprocos.
Vale aceptar que "al dar", es inevitable sentir ese deseo de reciprocidad, de que "si te atiendo con cariños, así sea de vuelta", pero no todas las personas somos iguales: no percibimos las cosas desde el mismo cristal, no actuamos igual, no opinamos lo mismo; por ende, es natural que distemos, a veces mucho, de las maneras de expresarnos y de cómo demostrar nuestro afecto. No obstante tenemos que evaluar si percibimos las cosas visualmente, auditivamente o kinestésicamente, debemos observar si somos el tipo de personas que dicen las cosas o las demuestran con hechos y, cual sea la situación, hacerlo saber a nuestras parejas, pues es la comunicación la que ayuda a llegar a acuerdos.
Por otro lado, todos estamos en la necesidad de reconocer que somos imperfectos y que, por ciertas razones de la vida -situaciones, vivencias- a la larga vamos desarrollando gustos y necesidades propios de cada uno de nosotros; de allí que María -un ejemplo al azar- guste más de que la lleven al cine, mientras que Pablo disfrute más de quedarse en casa sin mover un sólo dedo. Si cambiamos la manera de ser de alguien ya no estaríamos queriendo a esa persona, sino a la proyección de la persona idealizada por nosotros, entonces una ilusión, una falsa pareja que sólo está allí para llenar un vacío o para servir de venda, que nos ciegue para podernos encerrar en una cápsula egoísta que no nos permita ver que lo cierto es que evadimos nuestras responsabilidades para con nosotros mismos, primera mente, y para con los demás, después, cuando las acciones individuales se vuelven colectivas.
También reconozcamos que tenemos miedos, por eso mismo de que cada quien va desarrollando necesidades diferentes; por lo que también obtenemos traumas o situaciones determinantes que definirán algunos retos a vencer. Por lo que se ve venir el hecho de que cometamos errores y digamos prematuramente que amamos a alguien, aún cuando en el fondo no terminamos de sincerarnos y admitir que es un impulso lo que nos está llevando a decirlo y no lo que de verdad pensamos. Así, otras situaciones impulsivas nos pueden traer conflictos o malos entendidos, por lo que conlleva a una inestabilidad emocional. Tendremos que analizarnos y pensar ¿Qué busco de verdad en una persona? ¿Qué hago yo para recibir a cambio de lo que busco?
Seguidamente, el hecho de no lograr una relación estable, además de exhortarnos a la reflexión, NO debe constituir razón de culpa - SIEMPRE Y CUANDO haya terminado en una situación sana, sin menoscabos a los derechos humanos, y aún así, quien cometa un delito también tiene derecho a la retractarse y reflexionar- porque hay que aprender que cada quien es responsable de su propio proceso de aprendizaje, por lo cual deberá madurar y poder comprender las cosas, por qué ocurren y saber perdonar, para no aferrarnos al pasado, cosa que constituye otra problemática: las aferraciones, las cuales deberemos saber dejar ir, luego de que hayamos aprendido la lección necesaria de ellas.
Somos nosotros quienes se aferran a las cosas, a los recuerdos, a las palabras, a las personas. Incluso si nos son infieles, somos quienes asumimos las cosas de una u otra manera. Nuestra tarea es tomarlo desde un punto de vista ventajoso, no vengativo. Después de todo la mejor venganza es vivir bien, sin resentimientos, sin odio, sin demostrarle nada a nadie, sino disfrutarnos a nosotros mismos y ser cada día más capaces. ES NATURAL QUE LAS COSAS NOS DUELAN o cuesten al inicio, pero no por ello vamos a empeorar las cosas.
Otro punto importante de resaltar es que las corrientes comerciales y los distintos fenómenos sociales, como el liberalismo, están afectando nuestra percepción de las relaciones de pareja. Nos hallamos ahora en una lugar donde cualquiera puede pensar que al terminar una relación es libre de comenzar otra al día siguiente, clara señal de no saber lo que se quiere si el patrón conductual es repetitivo. Los divorcios cada vez son más normales y numerosos y las estructuras familiares se ven más fracturadas que de costumbre, porque estamos habituados a que cualquier conflicto de pareja es digno de nuestra cobardía e inmadurez, así que dejamos la relación a un lado y nos olvidamos de resolver los conflictos de raíz. Quizá no para rescatar la relación, sino para esclarecer las cosas. Y por otro lado, se está creando una necesidad de afecto -a veces de la mano con una confundida percepción de la realidad en donde se suma el sexo, por lo cual entramos en promiscuidad- en las personas, venidas de los excesos y la aceleración que está sufriendo el ritmo de vida de los adultos y, por ello, el desgaste de sus energías, por cuanto las generaciones de relevo encuentran esa atención carente en agentes externos como los medios audiovisuales, adicciones, algunas subculturas/culturas urbanas, etc. (caso extremo negativo, pero también se puede hallar atención en los deportes, así como lograr un sentido de la importancia suficientemente constructivo como para canalizar bien las potencialidades de la persona en cuestión, sólo por decir un ejemplo).
Así pues que, como seres imperfectos que somos, debemos comprender que los conflictos existirán siempre que tengamos emociones y diferentes maneras de pensar y percibir las cosas. Estar en paz con esos "problemas" -u oportunidades de crecimiento- no es estando sin ellos, sino lidiando con ellos sabiendo que son necesarios y que existen maneras de superarlos. Tener conflictos de parejas no está mal, si no menoscaba nuestros derechos gravemente. Como sea, tenemos que saber perdonar cual sea el caso y también saber limitar los alcances de aquellos que cometan delitos punibles o faltas sancionables en nuestra contra, por lo que "contamos" con la ley y los funcionarios que se encarguen de administrarla y aplicarla.
Aún así existen muchísimos factores que influyen en nuestra percepción del amor y las relaciones de parejas, dignos de nuestro estudio y comprensión. El llamado es para que nos sentemos un poco a pensar y expandamos nuestras mentes, dejando a un lado nuestros resentimientos, nuestros miedos, nuestras aferraciones para pensar con la mayor objetividad posible.
En conclusión:
- El amor no se recibe, se da.
- La pareja no constituye nuestra felicidad, sino el objeto de nuestro amor/comprensión/compatibilidad/complementación algo así como aquella frase que dice "No te amo nada más por lo que eres, sino lo que soy cuando estoy contigo"
- La pareja no debe ser una proyección de nosotros mismos ni de lo que idealizamos (cada quien debe darse cuenta de las expectativas de su pareja y de si puede ceder un poco de su personalidad para el disfrute equitativo de ambos)
- La comunicación es primordial. Ser honestos pero con conciencia noble al hablar (inteligencia, no verborrea)
"La felicidad no es una obligación de "el mundo" para con nosotros, sino una búsqueda personal"

Fuente: Alejandro E. Pravia A. autor de Océano Reflexivo, entre otros.