sábado, 1 de noviembre de 2008

Hombre

Buscando en mis pensamientos dormidos y en esa voz de mi alma, he llegado a definir aquello que consideraba indefinible…


Quiero un hombre que sea Dios de luz, magia y pensamiento, que sepa de amor y de lágrimas, de comprensión y sentimientos.
Que pueda con sus manos tomar mi corazón roto por el tiempo, cuidarlo, mimarlo y sanarlo, sin querer enjaularlo en tormento.
Que en los momentos de ira lo controle, sin más que una mirada de ternura, comprendiendo que a veces el amor se pierde.
Que en los momentos de tristeza lo abrace con cariño, sin juzgarlo ni callarlo, y que pueda dejar que llore, sin más que el silencio.

Quiero un hombre que sea ángel de inocencia, sueños y juegos, que sepa de tonterías y detalles, esos que hacen volar despiertos.
Que pueda con sus alas mullidas, proteger mi cuerpo profanado y herido, para curarlo con besos suaves y caricias sencillas.
Que en el día deje que caliente el sol sobre mis pies inquietos, que van y vienen, y que sepa que siempre volverán a su abrazo.
Que en la noche coloque sobre mí esa luz que guarde mi desvelo y pueda llevarme a soñar y a dormir en su cuerpo.

Quiero un hombre de verdad, con debilidades, pasión y defectos, que admita que es un animal más, que esconde crueldad y miedos.
Que pueda con su fuerza tomar y moldear mi cintura, al compás que dicte su deseo, que se deje dominar por aquello que lleva dentro.
Que se pierda en la oscuridad conmigo, para bajar al infierno que duerme y añora despertar para subir al cielo.
Que pueda iluminarse de dicha y crecer libre al viento, que seque su llanto en mí y que siendo libre pueda ser sólo mío por completo.