Descubrí que por primera vez en mi vida dejé que alguien me hablara sin emitir sonido, sin cuestionar ni rebatir, ni siquiera en mi mente, escuchando desde mi alma y conservando mi equilibrio para guardar cada palabra como uno de los tesoros más lindos de mi vida. Descubrí que nunca antes alguien pudo dominar y calmar mi corazón, calando la intensidad que llevo dentro con dulzura y fluidez, logrando hacerme sentir un presente en el cual puedo sentirme segura y protegida. Y descubrí una razón más para amar a un hombre, con virtudes y defectos, con valentía y miedos, con sentimientos y frustraciones, con mi corazón desnudo entre sus dedos y con su corazón desnudo frente a mí.
Seguramente me hiciste sentir lo mismo que sientes al leer lo que inspiras en mí y me has regalado uno de los momentos más hermosos de mi vida. Hoy, sumida en el silencio de mi alma, vagando con el humo que sube desde el cenicero de mis recuerdos del tiempo, encuentro más razones para amarte, como te amé hace siglos y como te seguiré amando en la eternidad.