Entre mis lecturas he descubierto que hasta se buscan determinismos genéticos, que han llevado a la identificación en el cromosoma masculino de un gen de la insociabilidad e inseguridad, que la militancia más o menos feminista solía interpretar como un oculto complejo de inferioridad. Psicológicamente, la incapacidad para hablar de las emociones ocultaría el miedo a otras carencias más dramáticas como un complejo de Edipo no resuelto, falta de atención en la infancia temprana, una marcada inferioridad y necesidad de reafirmación, ausencia de merecimiento, baja autoestima, falta de imaginación, de sentimientos o de ideas (por no mencionar el temor masculino más tenebroso: la falta de erección). Algunos autores conocidos plantean un diformismo sexual psicológico que atribuiría a las mujeres una mayor capacidad expresiva, dado su dominio superior de las emociones – aunque pudiera parecer mentira – dado que la expresividad femenina ya no es considerada mala sino buena, en la medida en que demuestra una competencia relacional superior. A la inversa, la inexpresividad masculina no es considerada buena sino mala, ya que bloquea las relaciones personales y se atrinchera en la paranoia insociable generada por la inseguridad.
domingo, 28 de diciembre de 2008
Incapacidad emocional
Entre mis lecturas he descubierto que hasta se buscan determinismos genéticos, que han llevado a la identificación en el cromosoma masculino de un gen de la insociabilidad e inseguridad, que la militancia más o menos feminista solía interpretar como un oculto complejo de inferioridad. Psicológicamente, la incapacidad para hablar de las emociones ocultaría el miedo a otras carencias más dramáticas como un complejo de Edipo no resuelto, falta de atención en la infancia temprana, una marcada inferioridad y necesidad de reafirmación, ausencia de merecimiento, baja autoestima, falta de imaginación, de sentimientos o de ideas (por no mencionar el temor masculino más tenebroso: la falta de erección). Algunos autores conocidos plantean un diformismo sexual psicológico que atribuiría a las mujeres una mayor capacidad expresiva, dado su dominio superior de las emociones – aunque pudiera parecer mentira – dado que la expresividad femenina ya no es considerada mala sino buena, en la medida en que demuestra una competencia relacional superior. A la inversa, la inexpresividad masculina no es considerada buena sino mala, ya que bloquea las relaciones personales y se atrinchera en la paranoia insociable generada por la inseguridad.