
En ese día, los espíritus tenían la capacidad de salir de los cementerios y tomar los cuerpos de los vivos con la finalidad de resucitar. Para evitar ser poseídos, los celtas ensuciaban sus casas y colocaban huesos, calaveras y adornos desagradables de manera que los muertos se asustaran y siguieran de largo. Además, representaba una fiesta asociada a la venida de los dioses paganos a la vida.